El doctor Eduardo Cáceres Graziani, para decirlo sin ambages, fue un profesional médico de un “designio providencial”. Entrenado en prestigiosas instituciones especializadas de Estados Unidos de NA, y en el pleno ejercicio de la especialidad en el hospital de cáncer más famoso del mundo, acepta el requerimiento de las autoridades de la salud de Lima para re-crear una institución para el estudio y atención de los tumores malignos. Asumido el reto, deviene en el cirujano, jefe de departamento, administrador, director médico y empresario a tiempo completo y dedicación exclusiva de una empresa de, por y para el beneficio del cáncer en el Perú; convirtió a esta empresa insolvente en la millonaria dueña de un “palacio para enfermos pobres de cáncer”, sin que pasara jamás por su mente la idea de hacer fortuna personal.