Historia

Solapas principales

La Medicina en el Perú

El periodo precolombino

El aislamiento cultural que existió entre América y Eurasia hasta el siglo XVI permitió desarrollos independientes en los sistemas de cuidados de la salud y en la medicina en todas las culturas americanas, pero los que alcanzaron una mayor complejidad y logros, se ubicaron en las dos grandes culturas americanas, la mesoamericana y la andina. En el caso de Perú, se reconoce los logros del Imperio Incaico, pero son menos conocidos los antecedentes de las culturas que lo precedieron.

En la costa norte de Perú, a 184 km de Lima, la capital, se ubican los restos de la civilización Caral, cuyos inicios se remontan a 5,000 años de antigüedad, (3,200 a.C.), ubicándola como la civilización más antigua de América, contemporánea a las ciudades mesopotámicas. Se ha descubierto allí, evidencias de viviendas permanentes, edificios rituales y de actividades de intercambio de productos con localidades lejanas, lo que permite demostrar una actividad social compleja. Es de suponer que las prácticas curativas necesarias se desarrollaron de manera tal que permitieron que Caral subsistiera por cerca de mil años.

Al desaparecer Caral hacia el 1800 a. C., la influencia costeña se difundió generándose nuevos centros culturales, entre los que destaca, por su influencia y duración, Chavín de Huántar entre el 1,200 a. C., y el 200 d. C.  En esta civilización encontramos una elaborada metalurgia, cerámica compleja y textiles notables. El uso de plantas medicinales incluyendo alucinógenos para prácticas rituales, está ampliamente demostrado y es una muestra de la pericia de las culturas precolombinas en el conocimiento y manejo de las plantas y sus efectos en seres humanos. 
La cirugía preincaica es de particular relevancia, y se ha tomado como su símbolo, un cuchillo ceremonial de la cultura Chimú, en la costa norte, denominado Tumi, el cual, sin embargo, en su versión más conocida, no era el utilizado en la más destacada de las intervenciones quirúrgicas de este periodo: las trepanaciones craneanas.
 

La trepanación craneana

La trepanación craneana es una intervención muy difundida en los orígenes de todos los pueblos de la antigüedad: Las culturas precolombinas no son la excepción, pero destaca la particular maestría con que la realizaron los cirujanos preincaicos, lo que se manifiesta en la supervivencia de los intervenidos, no solo a la cirugía misma, lo que ya fue un logro, sino por largos periodos posteriores. Se han encontrado cráneos trepanados en los que agujeros de 5 y hasta 10 cm de diámetro se han regenerado formando nuevo hueso, proceso que indica una sobrevida de años, falleciendo el paciente muchos años después y de causas distintas a las que provocaron la trepanación.

Es evidente que existía un conocimiento anatómico preciso que les permitió evitar zonas de arterias o senos venosos, pero además el uso de diversas plantas medicinales que menguaban la hemorragia, relajaba al paciente y le calmaba el dolor, o evitaba la infección. El instrumental que dispusieron fue muy limitado: punzones de oro, plata y básicamente cobre; pequeños cuchillos de obsidiana o de metal, raspadores hechos con trozos de conchas de mar y otros bivalvos. La técnica de la trepanación se mantuvo con variaciones regionales hasta el siguiente periodo cultural, en que bajo los quechuas se formaría el Imperio Incaico.

El periodo incaico

El periodo incaico fue de creación, expansión y consolidación de un sistema de salud. El llamado Imperio Inca tuvo un carácter teocrático y centralista con una extraordinaria capacidad de organizar a muy diversos pueblos. Las diversas prácticas sanadoras locales, con muchos contenidos comunes, se integraron y pudieron organizarse mucho      mejor, pues era frecuente que por política de dominio se trasladaran contingentes de un pueblo a otro territorio donde compartían sus conocimientos, que en el caso específico de la salud y la medicina tendieron a homogenizar el uso de similares plantas medicinales y técnicas curativas y quirúrgicas. 

Se ha discutido mucho sobre el carácter sacerdotal de los sanadores y ese es el denominador común en las culturas de la antigüedad, pero en el Imperio Incaico se puede encontrar una variante. Por una parte, existían personajes como el Hampi Camayoc vinculado a los gobernantes Incas y con funciones religiosas y rituales, además de médicas en las Panacas reales, siendo él mismo un miembro de las familias gobernantes, pero al mismo tiempo, en los lugares más alejados, existían múltiples personas que al tiempo que cumplían con sus labores como runas o campesinos, se constituían en sanadores locales bajo diversas denominaciones. Esta es una gran diferencia con la mayoría de pueblos euroasiáticos de la época: los sanadores estaban ampliamente distribuidos en todo el territorio del Imperio manteniendo la  salud de los pobladores. La pericia de estos sanadores locales y su amplia distribución pudo ser constatada incluso por los europeos cuando llegaron a Perú y descubrieron que en casi cualquier villa a la que llegaran podían contar con un poblador originario que supiera resolver sus problemas de salud. Sin duda, la imagen de la capacidad de la cultura Inca reconocible en todo el mundo es la ciudad de Macchu Picchu, situada en el límite entre la zona andina y la zona amazónica del Cusco. Su extraordinario estado de conservación es una muestra de lo que alcanzaron nuestros antecesores.

La medicina virreinal

El periodo colonial se inicia, no con un encuentro, sino con un desencuentro entre el sistema de salud andino y el español. Se impuso formalmente el español, instalando las profesiones clásicas de la época: médicos, cirujanos, barberos y parteras. Solo los médicos necesitaban acudir a la Universidad, los otros, en diverso grado, lo adquirían de un maestro. Todas las profesiones de salud estaban sin embargo controladas por el Protomedicato, que era un tribunal que sancionaba quiénes podían ejercer profesiones médicas y por cuanto tiempo, antes de renovar su licencia.
Por su parte la medicina andina fue perseguida y marginada hasta casi desparecer, subsistiendo a través de la medicina popular que hoy se conoce como medicina tradicional, pero que, en realidad, es un conjunto variado de técnicas y conocimientos que han sufrido el largo proceso de mestizaje cultural. Aun así asombra la cantidad y diversidad de plantas medicinales que se siguen utilizando tanto en la costa como especialmente en la zona andina y la amazónica.

El desarrollo de la medicina peruana en el periodo colonial tuvo el mismo retraso que el de la ciencia y la medicina peninsulares comparada con el resto de Europa. Baste señalar que en San Marcos se dictó una conferencia sobre la circulación de la sangre más de un siglo después que Harvey publicara su obra sobre ese tema. Es en el periodo virreinal que se crea en 1551 la primera Universidad de América, la Universidad de San Marcos, en la cual se inician estudios formales de medicina luego de un siglo de su fundación.

Los inicios de la medicina moderna en el Perú: Hipólito Unanue

A finales del siglo XVIII un grupo de intelectuales peruanos, formaron la Sociedad de Amantes del País, la primera asociación científica-intelectual del entonces virreinato y que marcó un derrotero que luego seguirían diversas entidades. Bajo la protección de José Baquíjano y Carrillo, Conde de Vista Florida, sus actividades se plasmaron en el conocido Mercurio Peruano que publicaron entre 1791 y 1794. La publicación de los debates y la memoria de sus propuestas y discusiones se convirtió en el signo distintivo de las siguientes sociedades académicas que se formaron en el siglo XIX.

Miembro fundamental de la Sociedad de Amantes del País y su secretario de redacción, Hipólito Unanue, fue posteriormente (1808) fundador del Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando, en el cual se reúnen por primera vez en nuestro subcontinente las dos profesiones médicas: medicina y cirugía, en una sola. El plan de estudios con que surgió el Nuevo Colegio, rompió completamente con el esquema anterior de cátedras medievales y lo reemplazó con asignaturas que daban énfasis a las ciencias como prolegómeno a los estudios clínicos que se realizaban en los antiguos hospitales limeños.

La semilla estaba sembrada para que desarrollara la Escuela con el concurso de los jóvenes médicos que Unanue había formado, pero llego la hora de la contienda por la independencia y más de una generación se ofrendó a la lucha que en muchos casos fue fratricida. Conseguida la independencia, los conflictos de diversos intereses al interior del Perú causaron un desorden que castigó al Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando, que cambió de denominación a Colegio de la Independencia, pero que carecía de recursos, no solo para pagar honorarios a sus docentes sino, incluso, para brindar comida a sus alumnos internos.  La relativa estabilización del país hacia mediados del siglo, llevó a que en 1856 se integrara el Colegio de la Independencia como Facultad de Medicina de San Fernando de la nueva estructura de la Universidad de San Marcos. Tan solo un año antes se había constituido la Sociedad Médica de Lima. Su primer presidente Julián Bravo reunió allí a diversos estudiantes y docentes de San Fernando quienes tuvieron como órgano de difusión a la “Gaceta Médica”.

Los antecedentes de la Academia

La actividad formadora y académica médica se centraba en la Facultad de Medicina a partir de su fundación; no es de extrañar, por tanto, que las iniciativas para formar diversas asociaciones médicas surgieran de allí. Así, en 1883, en las postrimerías de la ocupación de Lima, se formó la Unión Fernandina que tendría como órgano de difusión a la “Crónica médica”.
Un evento desafortunado de carácter político y académico condujo, en 1884, al  retiro de diversos profesores de la Facultad en solidaridad con el entonces Decano, Dr. Manuel Odriozola, quien había sido abruptamente destituido por el Presidente de la República.

Los renunciantes, deciden formar la Academia Libre de Medicina, los unía además de afinidades políticas y doctrinales, un verdadero interés en salvaguardar los intereses más altos de la profesión médica y el abocarse al estudio de los problemas nacionales de salud. Así, convocaron a un concurso para establecer con claridad la naturaleza de la Fiebre de la Oroya, al cual decidió presentarse nuestro héroe nacional Daniel Alcides Carrión, con lo cual escribió una de las páginas más gloriosas de sacrificio por la ciencia y por su país. 

Al restablecerse la situación de la Facultad de Medicina, los integrantes de la Academia Libre continuaron con sus tareas vinculadas pero separadas de las de la propia Facultad; habían entendido que la independencia de la autoridad era un valor que debían conservar para poder expresar su opinión sin limitaciones. Esta determinación es recogida por el gobierno que, concediéndoles la debida autonomía, los reconoce a partir de 1888 como Academia Nacional de Medicina.

Se completa así un circulo que remonta los intereses aún difusos de los integrantes de la Sociedad de Amantes del País y que luego de diversos tropiezos se concreta en la actual Academia Nacional de Medicina cuya trayectoria de allí en más, es fundamental en el proceso de reconstrucción posterior a la Guerra y en la creación de un pensamiento médico peruano a inicios del siglo XX. Antes que se crearan los órganos del Estado orientados a la protección la salud y al control de las epidemias, la Academia Nacional de Medicina cumplió ampliamente su rol consultor de los poderes del Estado, el cual compartía con la Facultad de Medicina ya que sus integrantes eran en su totalidad, al mismo tiempo, catedráticos de dicha casa de estudios.

La progresiva creación de órganos del Estado para cumplir con sus funciones de proteger la salud de sus ciudadanos, como la creación de la Dirección de Salubridad en 1905 y del Ministerio de Salud en 1935, han reorientado del rol de la Academia, que hoy se acerca a los grandes problemas de la Salud y de la profesión médica.
 

La Academia Nacional de Medicina

Raíces históricas

La Academia Nacional de Medicina ”…tiene honrosos antecedentes, el primero es la Sociedad Amantes del País, fundada en 1787 y que llegara a ser presidida por Hipólito Unanue, primigenia luz de la ilustración peruana, forjadora de “El Mercurio Peruano”, [publicación] de corta vida pero que sentó las bases para la fructificación de la Artes, las Letras y las Ciencias Naturales en el País” (“Orígenes de la Academia Nacional de Medicina. Raíces y significado”,  Académico Javier Arias Stella).
 

Sociedad Médica de Lima

El origen de la Academia Nacional de Medicina está en la Sociedad de Medicina de Lima, fundada en el año 1854 y cuyas actividades se desarrollaron hasta 1868, en que se interrumpieron para reorganizarse a partir de octubre de 1884, como Academia Libre de Medicina.

Academia Libre de Medicina

En 1884, el Decano de la Facultad de Medicina de Lima, Dr. Manuel Odriozola, se opuso a una injerencia del Presidente Provisorio de la República, general Miguel Iglesias, que violaba la autonomía universitaria. El Decano Odriozola fue depuesto por desacato a la autoridad y muchos de los profesores de la Facultad renunciaron apoyándolo.

Luego de sesiones preliminares, los profesores renunciantes decidieron formar una asociación médica con fines académicos y científicos hasta que se restableciera el orden constitucional. 

La Academia Libre de Medicina surgió el 28 de octubre de 1884 en casa del Dr. Leonardo Villar y el acta fue firmada por 31 profesores, entre renunciantes y antiguos maestros de la Facultad.

La Academia Libre de Medicina fue instalada en sesión solemne el 29 de julio de 1885. Su primera junta Directiva estuvo integrada por el Dr. Manuel Odriozola, presidente; José Mariano Macedo, vicepresidente; José Casimiro Ulloa, secretario perpetuo; Manuel C. Barrios y Antonio Pérez Roca, secretarios anuales; Miguel Colunga, tesorero; y, Leonardo Villar y Belisario Sosa Peláez, vocales.

Ver: Academia Libre de Medicina

 

Academia Nacional de Medicina

Restituido el orden legal, bajo la presidencia del general Andrés Avelino Cáceres y habiéndose hecho las gestiones pertinentes, se decidió convertir a la Academia Libre de Medicina en la Academia Nacional de Medicina, por Ley del Congreso de la Republica, de fecha 26 de Octubre de 1888 y promulgada por el Presidente de la República, General Andrés Avelino Cáceres, el 2 de noviembre de 1888.

A partir del 1° de febrero de 1996, la Academia se constituye en Asociación Civil, sin fines de lucro, por acuerdo de la Asamblea General del 28 de abril de 1994 y fue inscrita como tal en el Registro de Sociedades Civiles, con ficha N°18383.

Desde 1888 al 2018, en 130 años de historia, la Academia Nacional de Medicina ha tenido 75 Juntas Directivas, presididas y conformadas por distinguidas personalidades de la medicina nacional, que han continuado su culta tradición hipocrática y mantenido en su larga trayectoria la libertad, independencia, ecuanimidad y prestancia de sus actos y opiniones, en pro de la institucionalidad médica del país.
 

 

 

LEY DE CREACIÓN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA

ANDRES A. CACERES

PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA

Por cuanto:

El Congreso ha dado la ley siguiente:

El Congreso de la República Peruana.

Considerando:

Que la Academia Libre de Medicina establecida en esta capital, por la importancia de sus trabajos científicos y por los servicios que está llamada a prestar al Estado como cuerpo consultativo, debe tener carácter oficial;

Ha dado la ley siguiente:

Artículo 1° Declárase “Academia Nacional” a la Academia Libre de Medicina de Lima.

Artículo 2° La Academia Nacional de Medicina ejercerá las funciones de cuerpo consultivo de los Poderes públicos en asuntos profesionales.

Artículo 3° El carácter de institución oficial que por esta ley se confiere a dicha Academia, no la priva de su independencia en su organización y funciones.

Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento.
 

Dada en la sala de sesiones del Congreso en Lima, a 25 de Octubre de 1888.

M. CANDAMO, Presidente del Senado,

MANUEL MARIA DEL VALLE, Presidente de la Cámara de Diputados,

José V. Arias, Secretario del Senado,

Teodomiro A. Gadea, Diputado Secretario.

Al Excmo. Señor Presidente de la República.

Por tanto:

Mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima a los dos días del mes de Noviembre de mil ochocientos ochenta y ocho.

ANDRES A. CÁCERES


 

PRESIDENTES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA

 

José María Romero y Rodríguez

1889-1891

Belisario Sosa Peláez

1891-1892

Leonardo Villar Naveda

1892-1893

Armando Vélez

1893-1894

Rafael Benavides Roa 

1894-1985

Celso Bambarén Ramírez 

1895-1896

Leonardo Villar Naveda

1896-1897

Belisario Sosa Peláez

1896-1897

Leonardo Villar Naveda

1899-1901

Francisco Almenara Butler

1901-1902

Juan Cancio Castillo

1902-1903

Ernesto Odriozola Benavides

1903-1905

Enrique Arias Soto

1905-1910

Manuel Camilo Barrios

1910-1911

Gerardo Bravo

1911-1912

Ernesto Odriozola Benavides

1912-1913

Ricardo Lorenzo Flores Gaviño 

1913-1919

Estanislao Pardo de Figueroa Nieto

1919-1921

Maximiliano Gonzáles Olaechea 

1923-1924

Juvenal Denegri Ruíz 

1924-1925

Leonidas Avendaño Ureta

1925-1926

Eduardo Bello Porras

1926-1928

Leonidas Avendaño Ureta

1928-1929

Estanislao Pardo de Figueroa Nieto

1929-1930

Miguel C. Aljovín Del Castillo 

1931-1933

Ramón E. Ribeyro Benítez (falleció en 1933) 

1933-1934

Carlos Monge Medrano

1933-1934

Leonidas Avendaño Ureta

1934-1935

Carlos Monge Medrano 

1935-1936

Leonidas Avendaño Ureta (Presidente Honorario Vitalicio) 

1936-1948

Enrique León García

1936-1937

Alberto L. Barton Thompson  

1937-1938

Francisco Graña Reyes 

1938-1939

Juan Voto Bernales Rodríguez

1939-1940

Juan Voto Bernales Rodríguez

1941-1942

Constantino José Carvallo Alzamora 

1942-1944

Francisco Graña Reyes

1944-1946

Francisco Graña Reyes

1946-1948

Francisco Graña Reyes (Presidente Honorario Vitalicio)   

1948-1955

Fortunato Quesada Larrea

1948-1952

Luis Daniel Espejo Tamayo

1952-1956

Oswaldo Hercelles García

1956-1969

Jorge Ángel Avendaño Hubner

1969-1970

Jorge Ángel Avendaño Hubner  

1970-1972

Jorge Voto Bernales Corpancho

1973-1974

Javier Arias Stella 

1975-1976

Oscar Soto Ahanno

1977-1978

Carlos Bustamante Ruiz 

1979-1980

Jorge Voto Bernales Corpancho

1981-1982

Carlos Ricardo Lanfranco La Hoz

1983-1984

Vitaliano Manrique Valdivia

1985-1986

Baltazar Caravedo Carranza

1987-1988

Alberto Cazorla Talleri 

1989-1990

Gino Costa Elice

1991-1993

Enrique Fernández Enríquez

1993-1995

Javier Mariátegui Chiappe

1995-1997

Germán Garrido Klinge

1997-1999

Javier Arias Stella

1999-2001

Rolando Calderón Velasco

2001-2003

Raúl León Barúa

2003-2005

Eduardo Pretell Zárate

2005-2007

Elías Melitón Arce Rodríguez

2007-2009

Fausto Garmendia Lorena

2009-2011

Alberto Perales Cabrera

2011-2012

Roger Guerra-García Cueva

2013

Patricio Wagner Grau

2013-2015

Oswaldo Zegarra Rojas

2015-2017

Nelson Raúl Morales Soto

2017-2019

Alejandro Bussallou  Rivera

2019-2021

Agustín Iza Stoll

2021-2023