Todos hablan hoy del coronavirus o 2019-nCoV (2019 nuevo coronavirus)

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Todos hablan hoy del coronavirus o 2019-nCoV (2019 nuevo coronavirus) , que después de ser bautizado como el virus que causa la enfermedad llamada COVID-19, al parecer tendrá un nuevo nombre: el virus SARS-CoV-2.  Si bien el problema comenzó en China, al día de hoy, 10 de marzo 2020, se han reportado casos en todos los continentes excepto por Antártida. Se cuentan ya por encima de 110,000 infectados confirmados y los números siguen en aumento globalmente, aunque al menos en China parece que ya estarían entrando en la fase de disminución de casos, probablemente en parte por las medidas tomadas y en parte porque ya van quedando menos susceptibles. El problema en este momento, es que se dicen muchas cosas, pero también hay muy mala información y esto crea un pánico innecesario.  Pero la mejor evidencia  que tenemos de cómo se comporta el virus en lo que podríamos llamar “la población general” son los datos que se han recogido de lo que pasó en el Crucero “Diamond Princess”. Se sabe que solo subió una persona que estaba infectada al barco, y se puso en cuarentena a todos los pasajeros siguiéndolos, haciéndole pruebas y registrando síntomas (y obviamente movilizando y dando tratamiento a quienes lo necesitaron).    De las 3711 personas a bordo del barco, 705 han dado positivas al virus (19%), lo que llama la atención, dado que se esperaba una tasa mayor de infección por lo resistente que es el virus y lo contagioso. Algunos expertos comentan que si bien se dio un contacto intenso entre pasajeros al inicio (actividades grupales múltiples), luego el mantenerlos en sus camarotes aislados podría explicar la relativa baja tasa de infección.Otros expertos opinan que esos son los números y punto.  En fin, de estas 705 personas infectadas, ¡la mitad nunca tuvieron síntomas!, y de la otra mitad, casi el 75% fueron síntomas leves. 
Pero hay más. Se produjeron 6 muertes, lo que significa una tasa de letalidad (medida de la capacidad de matar que tiene el virus) de 0.85%, muy inferior a la que se hablaba antes (de 2 -3 o 4%).  ¿Y por qué la diferencia? Porque en los estimados anteriores no se tenía la información de las personas que hacían la infección y no tenían síntomas. Con los datos del Diamond Princess el denominador es más grande y exacto y permite un mejor cálculo de la letalidad de la enfermedad. Otro dato clave es que las 6 muertes ocurrieron en personas mayores de 70 años. Ni una sola persona menor de esa edad murió.  Tambien se pudo calcular la tasa de mortalidad entre los mayores de 70 años,  que fue del 1% y para los mayores de 80 años, casi 5%.  
Todo esto sugiere que el COVID-19 es una infección relativamente benigna para la mayoría de los jóvenes, pero puede ser terrible para los ancianos y para las personas con alguna enfermedad de fondo o problema de la inmunidad.  Un estudio reciente en una provincia de China ha demostrado que, si bien los niños tienen un riesgo de infección similar al general, es menos probable que tengan síntomas y aún menos que tengan síntomas graves, pero forman parte de la cadena de transmisión (igual que todos los individuos de la población).
 Así es que el enfoque con el COVID-19 debe ser cómo protegemos a los más vulnerables -ancianos y personas con enfermedades como cáncer, enfermedades como fibrosis pulmonar, enfisema y algunas otras- y como paramos la transmisión.  Esto se puede lograr aislando los posibles casos (alejándolos especialmente de estos grupos vulnerables) y con medidas de higiene.  Hay que preocuparse por la transmisión en lugares donde hay ancianos, y evitar que los ancianos estén en lugares con mucha gente (las iglesias por ejemplo podrían convertirse en un lugar de contagio). Recientemente se dio un brote en una residencia de ancianos en Seattle, en donde fallecieron varios de ellos.  También hay que evitar que se propague entre pacientes de establecimientos de salud u hospitales, por lo que hay que alejar a los posibles infectados (idealmente cuarentena en casa) y si los síntomas se agudizan llevarlos a los establecimientos asegurando las medidas de bioseguridad protegiendo al personal de salud, y dando la atención oportuna a las personas  y los nuevos tratamientos que están probando ser útiles (como la cloroquina que es una droga que se usa para tratar también la malaria). 
La enfermedad existe, es real, puede matar, pero fundamentalmente a personas vulnerables, y tenemos que protegerlas. Las últimas estimaciones nos dicen que es probable que para fines de este ano entre un 40% a un 70% de la población mundial ya se haya infectado. Las medidas que se tomen deben tratar de reducir la velocidad de crecimiento del número de casos, para tener tiempo y capacidades en nuestros sistemas de salud de atender a los que desarrollen síntomas más graves, que serán una proporción pequeña y tal vez tener tiempo para identificar algunos otros medicamentos efectivos, y en un futuro una vacuna. Ya se sabe cómo se propaga el virus, lavarse las manos con jabón es clave, aislarse si sospecha contacto o viene de una zona en la que hay casos, y sobre todo evitar exponer a personas mayores o con enfermedades de fondo.   
No hay que entrar en pánico, no sirve salir como locos a comprar máscaras o comida o víveres como si se fuera acabar el mundo.  Pensemos, prevengamos, lavémonos las manos, si estornuda, cúbrase y lávese las manos frecuentemente. Actuemos responsablemente y protejamos a los más vulnerables. 

Patricia J Garcia MD MPH PhD
Professor 
Universidad Peruana Cayetano Heredia
Adjunct Professor, Global Health Department
University of Washington

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